El parque arqueológico de la ciudad de Cusco no solo atrae a turistas e investigadores, también es el espacio de recreación para los cusqueños.
Piedra sobre piedra, Sacsayhuamán semeja una corona pétrea que sorprende y conmueve a los turistas peruanos y extranjeros que todos los días recorren su circuito turístico.
Ganó fama como “fortaleza” cuando se convirtió en el baluarte de los incas rebeldes capitaneados por Manco Inca. Uno de sus torreones (hoy desaparecidos) fue escenario de la inmolación de Cahuide y frente a sus enormes murallas de piedra el joven Juan Pizarro, hermano menor del conquistador del Tawantinsuyo, recibió una mortal pedrada lanzada por un anónimo hondero rebelde.
Hoy en día los arqueólogos coinciden en que Sacsayhuamán fue un enigmático santuario dedicado a casi todo panteón inca. Sus murallas diseñadas como si se tratara de un rayo petrificado están íntimamente vinculados a recintos como Qero y Puka-Pukara, cuyas misteriosas construcciones forman parte del Parque Arqueológico de Cusco. También coinciden en que Sacsayhuamán fue la cabeza de ese puma que inspiró el diseño de la llaqta-ombligo, Cusco, la urbe más importante de los cuatro suyos. Otro misterio por resolver es la ubicación de cada recinto con respecto a las constelaciones , planetas y estrellas.
Y lo de “parque” no puede ser más oportuno. Así como los turistas foráneos se dan tiempo y fuerzas para recorrer el circuito de Sacsayhuamán, así también sus bosques de eucaliptos y sus enormes jardines intangibles son un espacio de recreación para la población cusqueña.
Lo mejor es saber que muchos turistas prometen volver a Cusco para cumplir con un circuito que consiste en no salir de la ciudad para recorrer museos, iglesias, restaurantes y participar en las múltiples actividades culturales que ofrece Cusco. Lo mejor en estas circunstancias es dedicar todo un día o todo un fin de semana para recorrer el Parque Arqueológico de Sacsayhuamán.
